Considerado como uno de los mejores edificios para ópera del mundo, el Teatro Colón de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es internacionalmente reconocido por su acústica y por su valor patrimonial; una evidencia de la influencia de la cultura arquitectónica italiana y francesa en Argentina.
Inaugurado el 25 de mayo de 1908, se ubica en una localización privilegiada en el centro de la ciudad -entre las calles Cerrito, Viamonte, Tucumán y Libertad-, provocando una impronta urbana que permite concebir al edificio como uno de los monumentos históricos más representativos del país.
El teatro funcionó en dos edificios diferentes: el primero ubicado frente a la Plaza de Mayo -que funcionó entre 1857 hasta 1888-, y el segundo frente a la Plaza Lavalle, donde se ubicaba una importante estación cabecera ferroviaria.
El proyecto inicial del actual teatro fue del arquitecto italiano Francesco Tamburini, quién en 1890 resolvió el diseño como un importante volumen aislado; aunque tras su muerte en 1891 debió ser continuado, construido y modificado por su socio, el arquitecto Víctor Meano. Cuatro años antes de ser inaugurado, Meano es asesinado y la culminación de la obra quedo a cargó del arquitecto belga Jules Dormal.
El edificio se enriqueció arquitectónicamente en función del largo -20 años de construcción- y complejo proceso de diseño, donde participaron tres arquitectos de diverso origen y formación académica. Además, sin modificar su arquitectura exterior, en 1968 el edificio seguía en construcción debido a las ampliaciones que se construirían bajo tierra en los terrenos adyacentes al edificio.
Respecto a su conservación, en el año 1989 se declara al Teatro Colón como “Monumento Histórico Nacional”, y entre los años 2006-2010 el edificio fue sometido a un profundo proceso de mantenimiento conservativo y modernización tecnológica; llevado a cabo por parte de un trabajo patrimonial desarrollado por técnicos y especialistas argentinos.
El edificio, que presenta un estilo ecléctico del principio del siglo XX, tiene una actual superficie total cubierta de 58.000 metros cuadrados. La sala principal, en la italiana forma de herradura, tiene 29,25 metros de diámetro menor, 32,65 metros de diámetro mayor y 28 metros de altura; con una capacidad total de 2.478 localidades, aunque alcanza los 3.000 espectadores si se incluye los que no se encuentran sentados.
Originalmente la cúpula de la sala principal fue pintada por el artista francés Marcel Jambon, pero su deterioro hacia 1930 provocó que durante años no existiera una pintura decorativa hasta que se encargó una nueva a Raúl Soldi, en la que trabajó entre diciembre de 1965 y marzo de 1966.
En el centro de la cúpula se encuentra una lámpara de araña materializada en bronce, con un peso de más de una tonelada y un diámetro de 7 metros. En conjunto, existe en la cúpula un espacio que permite albergar músicos para generar diferentes efectos de sonido.
El Teatro Colón cuenta con talleres de producción especializados para realizar todos los elementos necesarios de la escenificación de un espectáculo, y que permite que la mayoría de los telones, elementos escenográficos, vestuario y todo lo necesario para una puesta en escena completa se construya en el mismo edificio.
Para un teatro de estas características, la calidad acústica es una importante virtud. La calidad de su acústica se debe al conocimiento técnico aplicado en la forma de herradura que presenta la sala y provoca una adecuada reflexión del sonido; por lo tanto, una particular cámara de resonancia. Además, las proporciones arquitectónicas de la sala y la calidad de los materiales -la distribución de las maderas, tapices, cortinas y alfombras- mantienen un equilibrio que contribuye favorablemente al acondicionamiento acústico.